Torres, depende de tí

En España nos encantan los debates y si no hay Liga y la actualidad informativa merma, éstos invaden las páginas de los diarios deportivos. El debate inicial que acompañó a la selección fue la mala relación entre los jugadores internacionales de Real Madrid y Barcelona. Sin embargo, una simple tángana en el encuentro ante Chile disipó el mismo de un plumazo. Ahora, tras el partido ante Liechtenstein, el centro de debate es Fernando Torres.

El delantero español del Chelsea atraviesa seguramente por el peor momento de su carrera. Las lesiones, en su día, tuvieron parte de culpa pero ahora ‘El Niño’ ya no tiene excusas. Ha realizado una pretemporada en condiciones y ha cambiado un decadente Liverpool por el todopoderoso conjunto de Londres. El de Fuenlabrada, a pesar de todo, no encuentra su sitio. Ha perdido confianza y no es el mismo. Del Bosque, con buen criterio, sigue contando con él pero la paciencia tiene un límite y si Torres no espabila, el que fuera buque insignia rojiblanco dejará de acudir a las concentraciones del combinado español. Lo de ayer en Las Gaunas fue un aviso, un aviso serio. Negredo, titular; Llorente, primera alternativa y Fernando Torres en la grada. Por si fuera poco, Roberto Soldado no está de brazos cruzados.

La pelota está en el tejado del ‘Niño’. Sólo depende de él. El delantero madrileño tiene las cualidades y el fútbol suficiente para ser un fijo en la selección –ya lo ha demostrado durante muchos años- pero el primero que se lo tiene que creer es él. Torres está acostumbrado desde pequeñito a que los focos le persigan pero en la selección – a pesar de ser el autor del gol que nos coronó campeones de Europa- nunca ha sido un actor principal. Raúl acaparaba toda la atención en sus comienzos como internacional y ahora ‘los pequeñitos’ son los líderes. Esa falta de protagonismo, que favorecería a tantos  jugadores, juega en contra del fuenlabreño, que necesita primero la confianza de los demás para que la suya crezca. Pero en la vida el orden es precisamente el inverso: la confianza empieza por uno mismo.