Luis Enrique no es amigo de los medios y éstos se vengan
ignorándolo. Se exhibe ante la prensa por obligación y no por devoción como
otros. Ese desapego hacia los periodistas tiene un peaje que el entrenador del
Barça paga casi gustosamente. Hay pocos
personajes en el mundo de fútbol que se la traiga tan al fresco lo que diga la
prensa. Y créanme, que esa despreocupación, a día de hoy, es su gran virtud.