Luis Enrique no es amigo de los medios y éstos se vengan
ignorándolo. Se exhibe ante la prensa por obligación y no por devoción como
otros. Ese desapego hacia los periodistas tiene un peaje que el entrenador del
Barça paga casi gustosamente. Hay pocos
personajes en el mundo de fútbol que se la traiga tan al fresco lo que diga la
prensa. Y créanme, que esa despreocupación, a día de hoy, es su gran virtud.
El que escribe fue testigo hace ya casi 2 décadas de
una conversación "off the récord" entre el ya ex entrenador del Real Madrid,
Rafa Benítez, y el doctor Martínez 'Pirri', y que hoy el paso del tiempo
permite hacerla pública. Benítez, técnico en las categorías inferiores del
club, le confesaba al entonces galeno
del primer equipo, que había entrenadores que acumulaban más méritos en
la sala de prensa que en el banquillo.
Valga la anécdota anterior para explicar lo que sucede
con la figura de Luis Enrique. Hay un
leyenda urbana, cada vez menos leyenda, que asegura que en el fútbol actual hay
entrenadores que dedican más tiempo a preparar su comparecencia ante los medios
que a preparar el partido de turno. Entrenadores que les gusta más una portada
que un encuentro de fútbol. El técnico del Barça no tiene la literatura de otros
pero seguramente tampoco la desea. Da las explicaciones justas sin recrearse y
huye de todo aquello que al periodismo deportivo actual le encanta.
La factura a pagar es el desprecio permanente hacia su
trabajo. Nada de lo que acontece en el Barça actual es mérito suyo; todo es
mérito de los jugadores. Cuanto menos curioso porque en las malas todo era su
culpa. Caiga bien o mal Luis Enrique, muy justo no parece.
No hay comentarios:
Publicar un comentario