
La palabra ‘autocrítica’ no debería aparecer en el diccionario. No al menos en España. En este país la culpa siempre es ajena a uno mismo. La crisis, tan perjudicial para todos, se ha convertido en el mejor aliado para los perdedores, para los vagos, para los jetas, para los tontos –o mejor dicho, para los que creen que los demás son tontos-.