El Real Madrid está
hecho a la imagen y semejanza de su presidente. Florentino Pérez no es un jeque
pero gestiona el club como si lo fuere. Cada verano compra nuevos cromos y cuanto
más caros mejor, aunque no siempre lo más caro sea lo mejor. Pérez es un coleccionista
que busca los mejores cromos sin que le importe dejar incompleta la colección.
Florentino se preocupa de los cromos pero se olvida del álbum. Gestiona un equipo colectivo desde lo individual y provoca
daños colaterales no deseados.
Un patio de
colegio por vestuario, una cantera relegada más al beneficio económico que al
deportivo y un sentimiento de pertenencia y una exigencia del esfuerzo casi
extinguidos. Los argumentos que llevaron al club a ser reconocido como el mejor
del siglo XX se han esfumado.
Cristiano es la
estrella pero no es el líder, Casillas es un símbolo pero ‘no’ es capitán. El
entrenador acumula una carga tras otra. Ancelotti ya lo ha reconocido a su
manera: “La BBC va a jugar siempre”. La afirmación del italiano es demoledora y
deja bien a las claras lo que es el Real Madrid.
Y ojo, que el
Real Madrid aún puede ganar Liga y Champions y, casi sería lo normal a pesar de
la gestión de Florentino Pérez. Con Lorenzo Sanz, Ramón Calderón o Ramón
Mendoza también llegaron títulos a las vitrinas del Santiago Bernabéu. El dinero ayuda a lograr títulos casi por
inercia, por casualidad…por un remate en el minuto 93. Qatar se acaba de
proclamar subcampeona del mundo de balonmano. El Real Madrid, para desgracia de
sus seguidores, es cada vez más catarí. El Real Madrid, para desgracia de sus
aficionados, es cada vez más PSG o
Manchester City.
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