El fútbol como excusa

Se acabó. Mucha polémica y poco fútbol. El balón en un segundo plano por detrás de declaraciones, denuncias, alegaciones, protestas, quejas, exageraciones, lloros, etc. Una oportunidad desperdiciada por el fútbol español para mostrar lo mejor de su escaparate. Ganó el Barça -seguramente se lo mereció- pero el árbitro y la UEFA no desmintieron a Mourinho.

Fútbol

El Barça se clasificó para la final de la Liga de Campeones porque a día de hoy es mejor equipo que el Real Madrid aunque se ha demostrado que la distancia entre los dos equipos no es una ‘manita’. La diferencia actual entre ambos conjuntos no es mucha y aún menor cuando juegan en igualdad numérica. Son dos fútbol distintos pero igual de válidos y respetables. El juego del Barça, más estético pero acompañado también –haciendo honor al nombre de este blog- de recursos ‘cancheros’. El juego del Real Madrid, menos plástico pero sumamente efectivo a la hora de minimizar los recursos del rival. Lo que le falte aún a los de Mourinho, tal vez, sea explotar más las virtudes propias.

El Barça ganó porque llegó más veces al área rival y porque apenas pisaron la suya; ganó porque es un equipo hecho y juega de memoria y ganó, sobre todo, porque cuenta en sus filas con el mejor jugador del mundo.

El Real Madrid perdió porque le faltó ambición. El sistema táctico del Bernabéu fue demasiado timorato. Se respetó demasiado a un Barça vulnerable. Los blancos desperdiciaron la sinergia positiva del título de Copa, desaprovecharon la superioridad emocional y física sobre su adversario e invalidaron el factor campo. En el Camp Nou se vio a otro equipo pero la eliminatoria ya estaba sentenciada. A este segundo encuentro le sobró Kaká y quizá le faltó Benzema, extrañamente inédito en las semifinales de la Liga de Campeones. Cristiano, además, volvió a pasar de puntillas sobre un partido transcendental y no marcó las diferencias que marcó su homónimo en el Barça –entiéndase por tal a Messi.

Árbitro

De Bleeckere protagonizó el peor arbitraje de los cuatro clásicos. La designación del belga para el partido del Camp Nou era un mal presagio y su actuación no hizo otra cosa que confirmar los pronósticos. De Bleeckere no fue fiel a un estilo concreto de arbitraje sino que lo hizo a conveniencia. Fue un arbitraje UEFA: intencionado, sibilino y medido. Lo que era falta en una zona del campo no lo era en otra; lo que era tarjeta a un jugador no lo era en otro. En resumen, una nefasta actuación arbitral con un tufo muy ‘casero’.

Detalles

El discurso único instaurado por el Real Madrid respecto al arbitraje me parece desacertado. La verdad tiene muchas aristas y la del árbitro sólo es una de ellas. Cierto es que tanto la UEFA como los dos colegiados que han dirigido esta eliminatoria tienen buena parte de culpa en el argumento ‘blanco’ pero un poco de autocrítica tampoco vendría mal. La excusa del árbitro como única coartada resulta un poco pobre. Me sorprende la forma en la que los medios de la capital se han adherido al discurso madridista y me pregunto si hubiera sucedido lo mismo si en lugar de ser Mourinho el responsable del banquillo del Real Madrid hubiera sido Pellegrini el inquilino del mismo.

Por último, me sorprendió comprobar anoche que durante la celebración de los jugadores del Barça sobre el césped del Camp Nou no se pusieran en marcha los aspersores. Me había creído que la puesta en marcha de éstos era parte de una rutina tras finalizar un encuentro en el recinto culé. La no aparición de los aspersores me lleva a pensar que el señorío del Barça sólo se da en determinadas circunstancias.