Antes era un ciclista el que estaba bajo sospecha de haberse dopado; ahora es un país entero el que está señalado por amparar la práctica del doping. Contador ya pedalea por carreteras portuguesas pero lo que debería llenarnos de alegría nos deja, sin embargo, un sabor amargo por las formas y los tiempos que se han empleado en su espinoso caso.
Un caso contaminado, nunca mejor dicho, desde su inicio por múltiples circunstancias. De la peregrina excusa del solomillo de clembuterol inicial a la denuncia posterior del sector ganadero; de las filtraciones a los rumores; de las presiones de la UCI para que la propuesta de sanción al ciclista fuera de dos años al año solicitado por la instructora del caso; del alegato en defensa del corredor hecho en pleno proceso por el presidente del Gobierno a la absolución total; de las críticas tremebundas de la prensa especializada en Europa hacia la labor de España en su lucha contra el dopaje a las declaraciones de Alejandro Valverde y las reflexiones de Gurpegui.
Las cosas se han hecho rematadamente mal e independientemente de que Contador se haya ó no dopado, sólo él lo sabe, los daños colaterales son irreparables. El ciclista, de momento, es inocente pero España ya ha sido declarada culpable. A eso se llama ganar una batalla y perder la guerra.
Somos un país de risa. Por mi parte sanción para contador aun creyéndome lo del filete!
ResponderEliminarNo somos un país serio. La credibilidad de España está en entredicha y mucha culpa la tienen los políticos y también parte de los medios de comunicación.
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