La frustración de Ronaldo

Cristiano Ronaldo tiene unas condiciones físicas excelentes para el deporte pero no es apto para el juego colectivo. El portugués, por su concepción del mundo y la forma socializarse con el resto de humanos, debería haber elegido una disciplina deportiva individual. Cristiano no entiende el fútbol como un deporte de equipo; solo disfruta con sus goles y solo le atormentan sus fallos. Para CR7 solo existe el ‘yo’. Los compañeros de equipo, de la selección, la Liga, la Champions, la Eurocopa o el Mundial no son para él más que simples instrumentos para alcanzar sus objetivos particulares. Cristiano no sueña con levantar trofeos junto a sus compañeros; él sueña con galardones y reconocimientos individuales. El luso no ve al Barça como rival pero sí ve a Messi como adversario.  Si los títulos con sus equipos no fuesen condición casi indispensable para ganar el ‘Balón de Oro’, Cristiano ‘pasaría’ de ellos; los quiere simplemente por egoísmo puro y duro.  

Un carácter ganador es bueno pero no todos los caracteres ganadores han de ser buenos, y el suyo no lo es. Cristiano es presa de una obsesión enfermiza: Leo Messi. El año pasado Mourinho ya nos ilustró de las perversas que pueden ser las obsesiones. El entrenador del Real Madrid se referió a la idea que con tenaz persistencia se había instalado en ‘Can’ Barça de llegar a la final de la Champions por el mero hecho de jugarse en el Santiago Bernabéu, más allá de estar presente en la final de la máxima competición continental por todo el logro deportivo que ello conlleva. Pues bien, Cristiano está obcecado con Messi. El madridista no disfruta con sus éxitos si los del barcelonista son superiores; el portugués no goza con sus goles si los del argentino son más. Cristiano vive en un estado de permanente frustración.


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